Muchas civilizaciones han resistido a Noxus, pero ninguna durante tanto tiempo como los clanes de las montañas de la Gran Barrera. Si bien es cierto que estos feroces minotauros habían intervenido para proteger las rutas de comercio por tierra de la antigua ciudad de Zaun durante milenios, preferían mantenerse al margen de los conflictos más amplios de Valoran.
Alistar era un noble guerrero respetado por todos los
miembros de estos clanes. En las crudas laderas de la montaña, era capaz de
espantar a los invasores más valerosos de un solo bramido, y solo los necios se
atrevían a hacerle frente en combate. Aun así, Alistar aprovechaba todas las
reuniones de clanes para tratar de convencer a sus compañeros de la importancia
de forjar vínculos con el resto de las razas mortales. Muchos consideraban que
los minotauros eran poco más que bestias, y sus prejuicios erigían barreras que
mantenían aislada a esta raza.
Y, entonces, llegó Noxus con una oferta mucho mejor. Su
emisaria, la matriarca de la casa Tewain, proclamaba que el imperio se disponía
a tomar Basilich, una ciudad situada en la costa este. No obstante, afirmó que
no seguirían adelante con sus planes si no contaban con el respaldo de los
grandes clanes de las montañas y convocó una negociación formal en territorio
neutral.
Gran parte de los minotauros decidieron de inmediato aceptar
su oferta. Unirse a Noxus era el modo de alcanzar el poder y el reconocimiento
que tanto buscaban.
Sin embargo, Alistar no las tenía todas consigo; no era la
primera vez que lidiaba con exploradores noxianos y sabía que eran un pueblo
astuto y engañoso. Por este motivo, su clan decidió enviarlo a él a reunirse
con Tewain, acompañado por cincuenta de sus guerreros más poderosos, para
rechazar cualquier tipo de alianza con Noxus. El resto de clanes eran libres de
tomar su propia decisión, pero Alistar se negaba a aceptar la superioridad de
un gran general desconocido.
Durante esta supuesta tregua, tanto él como su clan fueron
víctimas de una grave traición.
El resto de clanes mayores ya había jurado lealtad a Noxus,
y sus representantes se volvieron en su contra en cuanto compartió su decisión.
La batalla fue breve, pero sangrienta. Alistar fue quien acabó aplastando el
cráneo de Tewain con sus propias manos, pero tanto él como los guerreros de su
clan no tardaron en verse encadenados de camino a la capital noxiana, acusados
de haber incitado una rebelión.
Los desafortunados minotauros acabaron en los pozos de las
arenas justicieras, donde se vieron obligados a participar en un sádico
festival de gladiadores conocido como La Carnaza.
Alistar no daba crédito ante los vítores de los
espectadores, sedientos de sangre. Imploró a sus compañeros del clan que se
negaran a luchar, que no le ofrecieran a esos noxianos el sangriento
espectáculo que tanto deseaban...
Veintiún días más tarde, cuando el festival terminó, Alistar
era el único miembro de su tribu que seguía con vida. Cubierto de gravilla y
fruta podrida que le lanzaba la muchedumbre, derrotando a gladiador tras
gladiador, se vio obligado a luchar y a pensar como un animal. Asesinó y
asesinó hasta que incluso los recuerdos de su hogar parecían estar manchados de
sangre.
Cuando conoció a Ayelia, una sirvienta de las arenas,
Alistar ya no era el mismo. Al principio, rugió y embistió contra las rejas de
su celda, esperando que la muchacha se asustara o se riera de él como los
demás, pero ella no hizo ninguna de esas cosas.
Regresó todos los días para hablarle con respeto y
amabilidad, hasta que Alistar acabó por hacer lo propio. Noxus también había
invadido la tierra de Ayelia y, tras ver el sufrimiento de Alistar, estaba
convencida de que ambos debían escapar de esa ciudad llena de odio juntos. Le
susurró sus planes a través de los barrotes y, por primera vez en años, Alistar
sintió que era capaz de pensar en algo más allá de la traición y la vida que le
habían arrebatado.
Una noche, Ayelia le trajo la llave de su celda. Había
sacrificado demasiado para ayudarlo a escapar, y él juró que se lo pagaría con
creces.
Se escabulleron de camino al río, donde les esperaba una
barcaza de carga. No obstante, cuando se disponían a subir a bordo, un grupo de
soldados noxianos emergió de las sombras. Alistar se lanzó a la batalla, con la
vista nublada por la rabia, y no fue capaz de escuchar los gritos de Ayelia.
Cuando terminó con todos los atacantes, tanto la barcaza
como Ayelia habían desaparecido, así que decidió huir a pie de camino hacia el
sur. Buscó a la sirvienta por todas partes, pero no fue capaz de encontrarla.
¿Acaso la habían capturado? ¿Asesinado, quizá? No parecía haber dejado tras de
sí ninguna pista.
Semanas después, un golpe político azotó los cimientos del
imperio y el minotauro de la arena no tardó en caer en el olvido.
Ahora Alistar viaja solo, camuflado y sin llamar la
atención; y anima a los territorios invadidos por Noxus a resistirse a la vez
que lucha en nombre de los desfavorecidos y los maltratados. Una vez que haya
conseguido purgar la vergüenza de los recovecos de su alma, tras haber pagado
todos sus actos crueles con gestos de bondad, Alistar regresará a las montañas
y dejará atrás la rabia que lo persigue.
En todas las ciudades en las que para, jamás se olvida de preguntar por Ayelia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario